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Noria del Cortijo Bajo (Río Guadajoz, Albendín 1950) |
Cada verano, el hortelano preparaba su carga para la venta y pregón en la plaza. Frutas y hortalizas de temporada llenaban
cortaeras de mimbre y vareta para ser cargadas en viejos serones de esparto sobre lomo de mula. Idas de madrugada y vueltas al atardecer, leguas de trote y marcha de muleros sobre caminos de carne, historias de mercado y plaza vieja, chascarrillos y rumores de pueblo y capital, canciones de trilla y huerta que despiertan en verano.
La
Cortaera nace como iniciativa de puesta en valor de aquellas huertas de antaño y un estilo de vida de ritmo pausado y lento, de convivencia y charla bajo acacia al rumor de cantos de norias y acequias milenarias. Hoy los nuevos hortelanos, herederos de costumbres, ritos y técnicas tradicionales de cultivo, cuidamos la huerta como un legado irremplazable de nuestra propia historia en un entorno natural y saludable.
En cada hoja, tallo y fruto de hortalizas y frutales de nuestra huerta hay siglos de historia, aguas bravas y mansas del Guadajoz, amores secretos y leyendas de moros y cristianos, sabor natural y producto artesano.